Abstract
Los alimentos funcionales se caracterizan por contener en su matriz componentes con actividad biológica capaces de mejorar la salud y bienestar de los consumidores. El presente documento revisa el impacto del consumo de alimentos funcionales en enfermedades no transmisibles, trastornos gastrointestinales, deterioro cognitivo y COVID-19. De acuerdo con la literatura, el consumo de yogurt, leche baja en grasa y quinoa ayudan a controlar la diabetes mellitus tipo 2, al incrementar las HDL y mejorar la resistencia a la insulina. El jengibre y té verde contribuyen a la pérdida de peso, al aumentar la sensación de saciedad y disminuir el índice de masa corporal; además, el té de Camellia sinensis reduce los niveles de triglicéridos. Asimismo, el consumo de fresas, chía y yogurt previenen y controlan riesgos cardiovasculares, al mejorar la función endotelial y reducir la presión sistólica. Además, el consumo de galletas adicionadas con fibra, yogurt y extractos de Aloe vera ayudan en el control o prevención de trastornos gastrointestinales (constipación, colitis, diarrea asociada a antibióticos, diarrea no sanguinolenta y síndrome de intestino irritable). Adicionalmente, el consumo de té verde, granada, pescado y Ginkgo biloba previenen el deterioro cognitivo y mejoran la activación verbal y espacial. Además, el consumo de alimentos funcionales ricos en antioxidantes se propone como coadyuvante en la prevención de enfermedades virales como la COVID-19. Los principales efectos benéficos se asocian con la presencia de compuestos fenólicos, flavonoides, carotenoides, fibra dietética, ácidos grasos, prebióticos y probióticos. Por lo que, el consumo de alimentos funcionales son una alternativa para mejorar la salud.
Publisher
Universidad Autonoma del Estado de Hidalgo
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