Abstract
El hecho científico conocido como “penicilina” se ha considerado tradicionalmente como el producto del ingenio de Alexander Fleming, ganador del Premio Nobel por descubrir esta “droga milagrosa”. Apartándose de esta idea popular, se hace necesario resaltar el desarrollo de la penicilina como un constructo social, producto del trabajo invaluable de varios científicos, sumado a un contexto social excepcional que motivó la voluntad política y el apoyo de la industria farmacéutica; en ausencia de cualquiera de estos, la penicilina no sería lo que significa hoy para nosotros o, simplemente, no existiría en el arsenal terapéutico. Los conceptos epistemológicos de “estilo de pensamiento” y “colectivo de pensamiento” como fundamentos en la construcción del conocimiento, presentes en la obra epistemológica de Ludwick Fleck, apoyan la conclusión, a partir del recuento histórico, de la necesidad de apartarnos de la penicilina como el producto de un descubrimiento de un único héroe, para verla como una construcción social, que además es un ejemplo clásico de serendipia. La penicilina, además, tiene otras facetas menos conocidas históricamente como el uso de ella de manera cruda, producida y usada por médicos generales, o la búsqueda de información para su producción durante la segunda guerra mundial; estas se abordan en este breve recuento histórico.
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