Abstract
During the mid-1980s, Colombia joined the neoliberal global economy in two ways: (1) by implementing a “low-intensity democracy” made up of reforms intended to institutionalize the social protests as a response to the crisis of governance and to promote investor security and (2) by exchanging a protectionist industrialization economic model for an extractivist neoliberal one. The new progressive legislation created inclusive institutions and recognized multiculturalism and social and political rights, but these very rights are denied by the neoliberal economy, which favors big transnational capital and the physical and legal coercion that this model requires. These two pivotal elements of neoliberalism (governance and the economy) are pragmatically incompatible. The dominant class has favored the interests of powerful transnational elites and employed both legal and military avenues. Consequently, 30 years later, the social movements have been only partially and temporarily institutionalized. Active rejection of the economic model is growing. Social organizations have appropriated the concept of human rights and adapted it to their social project, the construction of a peasant economy that opposes the neoliberal one. A mediados de los ochenta, Colombia se unió a la economía neoliberal de dos maneras importantes: (1) implementando una “democracia de baja intensidad” compuesta por reformas que pretendían institucionalizar las protestas sociales como una respuesta a la crisis de gobernabilidad y promover la seguridad de las inversiones, y (2) intercambiando un modelo económico de proteccionismo industrial por uno neoliberal y extractivista. La nueva legislación progresista creó instituciones inclusivas y reconoció el multiculturalismo y los derechos políticos y sociales, pero estos mismos derechos son denegados por la economía neoliberal, que favorece al gran capital transnacional y ejerce la coerción legal y física que requiere dicho modelo. Estos dos elementos esenciales del neoliberalismo (la gobernabilidad y la economía) son incompatibles a nivel pragmático. La clase dominante ha favorecido los intereses de poderosas elites internacionales y empleado vías tanto legales como militares. Como consecuencia, 30 años después, los movimientos sociales sólo han sido parcial y temporalmente institucionalizados. Las organizaciones sociales se han apropiado el concepto de los derechos humanos y lo han adaptado a su proyecto social: la construcción de una economía campesina opuesta a la neoliberal.
Subject
Sociology and Political Science,Geography, Planning and Development
Cited by
5 articles.
订阅此论文施引文献
订阅此论文施引文献,注册后可以免费订阅5篇论文的施引文献,订阅后可以查看论文全部施引文献