Abstract
La creciente demanda mundial de alimentos ha promovido la expansión de la agricultura, incrementando la prevalencia de monocultivos a gran escala. Esta expansión ha generado una gestión ineficaz de los suelos y su rápida degradación. Simultáneamente, factores abióticos asociados al cambio climático, como el aumento de temperaturas y la reducción de precipitaciones, han alterado significativamente la variabilidad climática de los ecosistemas. Frente a estas consecuencias, la implementación de prácticas agroecológicas como la labranza mínima, el uso de abonos verdes, la diversificación de cultivos, la agroforestería y la conservación del agua y suelo, junto con la protección de especies nativas, emerge como una estrategia efectiva para mitigar los impactos del cambio climático. En tal sentido, se realizó una revisión meticulosa de literatura científica publicada entre 2010 y 2023, en inglés y español, de plataformas como Google Scholar, PubMed, ScienceDirect y ResearchGate. Los temas principales incluyeron el cambio climático, la sostenibilidad y las prácticas agroecológicas. Los hallazgos destacaron que las prácticas agroecológicas no solo equilibran el ambiente, sino que también mejoran las condiciones para el crecimiento de especies forrajeras, vitales para los sistemas agropecuarios. Al promover un entorno favorable, estas prácticas fortalecen la resiliencia de los ecosistemas, mejorando la biodiversidad vegetal, el microbioma, la fertilidad del suelo y creando microclimas óptimos para especies no invasoras que facilitan el reciclaje de nutrientes y la estabilidad de la biósfera.