Abstract
Se dan a conocer los primeros testimonios de frecuentación romana de la cueva de Los Toriles (Carrizosa, Ciudad Real), una gruta con una larga ocupación animal y humana, cuanto menos desde el Pleistoceno y hasta nuestros días. Aunque en la primera campaña de excavación de la cueva sólo se han podido constatar algunos fragmentos de cerámica, estos son lo suficientemente relevantes como para confirmar el conocimiento y entrada a la cavidad durante la Antigüedad. Además del análisis tipológico y arqueométrico de las cerámicas, esta novedosa cronología permite reflexionar sobre estos y otros casos similares de época romana, acerca de la infrarrepresentación del fenómeno en la Meseta Sur, así como sobre el contexto inmediato del ager laminitanus.