Abstract
Vamos a hablar sobre la verdadera funcionalidad del dolor, seguro que alguna vez cuando has tenido alguna herida, te has indignado y te has preguntado porque tendríamos que sentir dolor, cuál es la finalidad y sentido de sentirlo, y que pasaría si no fueses capaz de sentirlo.
Realmente la respuesta sobre la funcionalidad del sistema nociceptivo parece obvia, en casos de dolor agudo, el dolor resulta una experiencia desagradable ya que en este caso es un signo de alerta, cuya finalidad es llamar nuestra atención para huir de ese estímulo. Parece razonable que, si nosotros nos estamos quemando la mano, la percepción de esto nos haga sentir la necesidad imperiosa de retirarla, para evitar que se produzcan quemaduras importantes, o si nos hemos clavado una astilla, de retirarla para evitar un proceso infeccioso con posibles consecuencias muy negativas.
Dicho esto, en realidad no todo dolor tiene un sentido o una finalidad, si te fijas, los ejemplos que hemos puesto, son de procesos potencialmente lesivos en un contexto de dolor agudo. Y desde aquí lanzo la pregunta ¿Qué es lo que sucede cuando el dolor no se manifiesta de forma aguda sino en un estadio crónico? ¿Sigue teniendo sentido o funcionalidad?
“ El dolor no es solo un input sensorial, eso es nocicepción. El dolor abarca factores cognitivos y emocionales que influyen a la hora de modular esta experiencia.”
Primero vamos contextualizar qué es el dolor crónico; el dolor crónico, un problema multifactorial que abarca tanto componentes físicos como psicológicos y sociales. En muchas ocasiones, en este tipo de dolor tan continuado en el tiempo, ya se ha reparado el tejido dañado, sin embargo, el dolor persiste. En esta situación, el dolor no tiene una finalidad real. Lo cual también supone un reto importante para el personal sanitario, y requiere un abordaje multidisciplinar en el que se tienen en cuenta factores físicos, psicológicos y sociales. Lo que es conocido como modelo biopsicosocial del dolor.
Por último, mencionar que sí que hay personas que de forma congénita no sienten dolor, padecen de una patología muy infrecuente denominada “Insensibilidad Congénita al Dolor con Anhidrosis o CIPA, que es una enfermedad que impide que se transmita la información sensorial correspondiente al dolor y a la temperatura, además de incapacidad para sudar y regular los cambios de temperatura corporal. El no tener capacidad de sentir dolor, implica carecer de este sistema de alerta y protección, lo cual resulta una patología muy difícil de sobrellevar.
Como conclusión, podríamos hablar de un dolor secundario a un daño de tejidos, conocido como nocicepción, que es un sistema de alerta y protección y constituye la mayoría de los procesos dolorosos agudos. Por otro lado, hay procesos dolorosos que se cronifican y siguen estando pese a haberse reparado ya los tejidos dañados, esto se conoce como un proceso de sensibilización y están muy influenciados por factores psicosociales.
Publisher
Centro Superior de Estudios Universitarios