Abstract
Con frecuencia un perfil básico de hierro orienta hacia condiciones ferropénicas o de secuestro inflamatorio del hierro, pero a veces también hacia la sospecha de patologías con sobrecarga de hierro, que pueden o no terminar confirmándose. Por lo tanto, es necesaria una interpretación precisa de los resultados para evitar errores diagnósticos. La ferremia refleja la cantidad de hierro en tránsito en un momento determinado desde células que expresan la ferroportina hacia las que expresan el receptor de transferrina-1, mientras que la transferrinemia refleja la avidez del organismo por el hierro. Pero la ferritinemia puede ser reflejo tanto de los depósitos de hierro como de condiciones inflamatorias, con la consiguiente dificultad para interpretar sus resultados normales o elevados. En este articulo diferencio, entre los perfiles de hierro sugestivos de sobrecarga, los que cursan con una sobrecarga de hierro evidente de los que presentan sólo una hiperferritinemia sin evidencia (franca) de sobrecarga de hierro, aunque la superposición entre ambas situaciones es frecuente. La hiperferritinemia secundaria reactiva es, por mucho, más frecuente que la vinculada a sobrecarga de hierro, así como es común encontrar pacientes con más de una causa de hiperferritinemia. "Hiperferritinemia reactiva de origen desconocido" puede ser un rótulo diagnóstico provisorio para aquellos pacientes sin una causa (hasta el momento) evidente de su hiperferritinemia. Algunos pacientes tienen claramente presencia o ausencia de sobrecarga de hierro, pero en muchos casos la situación es dudosa, incompleta o intermitente. En consecuencia, es a veces difícil decidir sobre la indicación o no de una terapia quelante. La sobrecarga de hierro, de estar presente, puede ser secundaria (básicamente a patologías con eritropoyesis inefectiva) o primaria. Ésta, a su vez, puede ser clasificada como hemocromatósica (HFE o no HFE) o no hemocromatósica. Aunque muy raras, las sobrecargas de hierro primarias no hemocromatósicas tienen perfiles de hierro confundentes, pero fácilmente interpretables si se las sospecha. Una de ellas, la enfermedad por ferroportina, en las antípodas de las hemocromatosis, merece ser tenida en cuenta, ya que no es muy infrecuente. Finalmente, el diagnóstico de una hemocromatosis debe estar apoyado en un perfil de hierro inequívoco y confirmado por mutaciones HFE severas bialélicas o, más raramente, por mutaciones en genes no HFE. Por el contrario, mutaciones HFE leves, como la H63D, tanto en condición mono como bialélica, no justifican por sí solas una sobrecarga de hierro típica. Frente a esta situación debemos investigar otra(s) causa(s) de sobrecarga de hierro: hemocromatosis no HFE si el perfil de hierro es típicamente hemocromatósico, o sobrecargas de hierro no hemocromatósicas (primarias o secundarias) en caso contrario. El riesgo de considerar una mutación HFE leve (aún en la condición doble heterocigota HFE C282Y/H63D) como responsable única de la sobrecarga de hierro o de una hiperferritinemia, es dejar de lado otras condiciones que pueden merecer atención y tratamiento quizás más prioritarios.
Publisher
Sociedad Argentina de Hematologia